Carlos Loreiro nació en Castellón en 1987. Estudió Filología Hispánica en la Universitat de València, donde también cursó el Máster de Estudios Hispánicos Avanzados. Ha publicado el texto dramático La pasión según San Ateo (Acotaciones en la Caja Negra, 2012; IX Premis d’escriptura creativa de la Universitat de València. Teatre) y los poemarios Inflexiones (Publicaciones Universitat de València, 2012; IX Premis d’escriptura creativa de la Universitat de València. Poesia), Chénere (Servicio de Publicaciones del Cabildo Insular de La Palma, 2013; Premio Félix Francisco Casanova) y La calle de las impertinencias, junto a Merche Ribas, Fran Garcerá y Franki Coli (Germanía, 2013). Su última obra, Los poemas de Marcelo Aguafuerte. Crónicas para El Buey Apis, publicada en Ediciones Leteo gracias al I Premio Monteleón de Poesía Joven, ha sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura: Poesía Joven Miguel Hernández, con el que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte reconoce al mejor poemario escrito por un autor menor de treintaiún años. Actualmente, reside en San Petersburgo, donde trabaja como profesor de español.
EL METRO EN HORA PUNTA es lo más parecido
a un hormiguero. El paso marcial se vuelve
una cadencia. ¡Cuánto nos hemos reproducido!
¿Dónde estará el cerebro madre de todo esto?
Donde quiera que esté, consigue orientarme
hacia la escuela con gran efi cacia y control
eludiendo los folletos tentadores de las masajistas
Algo no encaja en mi papel de profesor honesto
Las alumnas siguen las oclusiones de mi boca
Obscenidades en español a medio articular
mientras paso lista. Las amo a todas en secreto
Su forma de moverse debajo de la ropa
y de chasquear la lengua contra el paladar
Las venas de sus manos ondeando sobre los tendones
La vida de un solo individuo es tan abrumadora
con todos esos electrones y órganos sincronizados
La suposición de una conciencia. La cosa cambia
en lo tocante a las carnicerías donde
la experiencia colectiva se diluye en un balance
Hubo una época, de niño, en que entendía la muerte
La había enviado Dios. Tenía forma de payaso
Su presencia constante me aterraba
Ahora no sabría distinguirla de la vida
Son como gemelas sexis, lejos de mi alcance
Si pudiera, me lo montaría con las dos
Desgraciadamente, ninguna me hace caso.